MEMORIAS DE UNA INFANCIA
Cuando uno es pequeño observa el mundo y lo conoce por medio de lo que nos cuentas los mayores, principalmente nuestros padres, entre esas cosas están los cuentos, esos que nos hacen sentir parte de la historia o de lo que está aconteciendo. Y uno de los siempre recordamos es “La Caperucita Roja”.
“Érase una vez...” una niña hermosa como pocas, ella vivía con su madre la cual le pidió que fuera a visitar a su abuela que estaba enferma, y le llevara una cesta de provisiones. Se dirigió a casa de su abuela; Al cruzar el bosque, se encontró con el malvado Lobo feroz, que la hubiera comido allí mismo de no haber sido por la presencia de unos leñadores. Así que disimuló, se acercó, le habló amistosamente y le pregunto hacia donde se dirigía, ella contestó: ¡A casa de mi abuela!, tomó un atajo para llegar a casa de la abuela antes que Caperucita, mientras ella tomaba el camino más largo. Legó a la casa y el lobo después de comerse a la anciana, se acostó en su cama y esperó a Caperucita roja. Cuando llegó, el Lobo la engañó haciéndose pasar por la abuela, Caperucita no se dio cuenta, pero comenzó a interrogarle, minutos después el lobo se abalanzo sobre ella, entonces Caperucita comenzó a gritar, al escuchar estos los leñadores entraron a la casa mataron al lobo y salvaron a la abuela. Después de esto Caperucita, La abuela y su madre vivieron felices para siempre.
COMENTARIO: Ambas elegimos este cuento porque nos trae muchos recuerdos de nuestra infancia. Muestra los valores que nuestros padres y los cuales presenta aquí Caperucita, desde la confianza de nuestros padres con nosotros, hasta respetar a todas las personas por igual, el valor de la familia extensa, la posibilidad de ayudar a los ancianos y la alegría de pasear entre la naturaleza muestran un panorama feliz junto al temor de perderlo todo por una desobediencia, la toma de decisiones, la competencia y la defensa ante el engaño, el arrepentimiento y la necesidad de pedir ayuda para regresar al buen camino; en resumen, la disyuntiva entre el deber, el placer y la necesidad de ejercer el juicio crítico.
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Maria Fernanda -